Lleva los ojos rojos cansados de tanto llorar. O de tanto fumar, no lo sabe.
Su voz suena como miles de puñales clavados en su espalda.
Hay algo dentro de ella que grita 'sé fuerte, aguanta.'
Altibajos, simplemente. (O eso supone.)
Sigue sangrando, sigue estando rota, sigue con su puto desastre y sus dolores, sigue fumando y bebiendo creyendo que así logrará olvidar al hijo de puta que le hizo feliz.
Sigue siendo ella, pero en versión desmejorada y gris.
Tal vez se merezca esta mierda, tal vez. O no.
Anda con las medias rotas, pantalones cortos, deportivas y camisetas anchas.
Duele tanto que ya ni le importa el que dirán de ella, ni le importa su imagen.
Apesta a ruina, alcohol y tabaco. ¿Pero y qué?
Se destroza.
Se autodestruye sin oportunidad de volver a ser lo que era antes.
Nadie supo tratarle tal y como se merecía
(Duele saber que esa chica soy yo.)